01 Oct Mi Mejor Guía
“A lo largo de mi carrera docente, he recorrido diversas aulas, pero nada fue tan significativo cuando entré a ellas por primera vez”.
Mi carrera docente comenzó el día 2 de mayo de 1984. La mejor experiencia y recuerdo que quedó conmigo, fue mi primer día de clase, donde quedó bien marcado, lo que me deparaba de una manera significativa, enriquecedora y por cierto gratificante. Entrando a la escuela me acuerdo, que me encontré con mi maestra de primaria, que ocupaba el cargo de prosecretaria, esto representaba mucho; en especial seguridad de tener a alguien tan querida cerca de mí. Ella con la misma paciencia de siempre calmó mi ansiedad que estaba a flor de piel, por muchas cosas, por la incertidumbre, sobre cómo me recibirían en la institución, como lo harían los docentes, los alumnos, lo difícil de este encuentro, era saber si brindaría lo que ellos esperaban y el estar segura de poder transmitir los conocimientos.
El entusiasmo ya estaba presente con mi Seño Delia, como olvidar a mi maestra de sexto grado, la que me mandó una tarjeta para su casamiento, fui su invitada especial era su alumna preferida. Seguía, eso en ella, que todo lo traducía en una sonrisa y el gran saludo cordial, no se separó ni un instante de mi lado, sentía inquietud y muchas miradas curiosas a todo mí alrededor.
La Seño Delia me hablo de los sentimientos que iban aflorar en mí, al momento de entrar a trabajar por primera vez en una institución educativa, a lo cual se suma algo como un gran vértigo, cuando ya se producía la proximidad de estar frente a mis primeros alumnos, momento para el cual, pensaba que no me sentía realmente preparada, ya que sólo poseía un título supletorio y aunque era optimista porque desde los 14 años ya preparaba alumnos en Matemática, existía esa posibilidad de descubrir que ese no era mi lugar en el mundo, lo cual pasaría a ser un fracaso en mi vida. Y allí estaba ella, confiando nuevamente en mi responsabilidad como lo hizo en tiempo atrás en el aula de la que fue mi escuela primaria.
Luego de unos momentos de espera se presentó la Vicedirectora, quién me dio la bienvenida de una manera muy formal y amable, me mostró el aula del 2° Año del Ciclo Básico. La presentación en el aula me hizo sentir como la mejores de las docentes y sonreía, cuando la Seño Delia comentaba que en mi gran bolso guardaba muchas cosas interesantes para ellos, esta presentación la percibo hoy como la clave del éxito de mi experiencia docente.
Mientras la Vice me advirtió de muchas cosas y que no todo sería fácil, hizo referencia a algunas dificultades de convivencia que se estaban produciendo entre alumnos. El gran momento comenzó con una gran esperanza confiando en mi experiencia práctica con alumnos particulares, así fue como en unos segundos me encontraba sola frente a la clase.
En ese entonces yo debía, según lo planeado y pautado, hacer una suplencia, era la última en el cuadro de puntaje, oficialmente me ofrecieron las horas y mi respuesta fue un sí rotundo, es que realmente tenía muchos deseos de asumir ese compromiso ya que el motivo de mi presencia allí era reemplazar en un corto periodo a la otra docente. De esta manera tomé la suplencia perteneciente al área de Matemática por tres meses respetando su planificación.
Mis sentimientos en esos momentos fueron muy difíciles de describir, pero lo que predominaba era la incertidumbre sobre qué hacer, si en esos meses de suplencia servirían mis estrategias como una nueva docente. Un largo camino y etapa comenzaba en mi vida, mi principal objetivo fue confiar en Dios principalmente y en mi capacidad y responsabilidad al asumir ese rol y no me arrepentí. Comencé paulatinamente a sentirme cómoda al frente del aula, sabía que allí afuera estaba la persona ideal, con una gran trayectoria docente y de la que nunca olvidaré sus enseñanzas.
Nunca imaginé que las actividades que incluían juegos y acertijos, en los que me desenvolví a gusto, me hizo ganar la atención e interés de los alumnos que se enganchaban con la clase y se produzco un buen ida y vuelta con buenas preguntas como estrategia de repaso de lo visto en clases anteriores y presentación de los nuevos temas y actividades.
Cuando salí del aula busque a mi Seño Delia y le comenté que mis primeros alumnos me sorprendieron con sus miradas, en algunos vi, ese brillo de sus ojos, para mí significaba felicidad, a medida que pasaban los minutos todo me resultaba positivo, la mayoría trabajó con sus pares, esto no quiere decir que no se presentaron dificultades, sino que fueron resueltas de buena manera y lo que originó rápidamente un vínculo y una relación de simpatía aún con los más inquietos, que eran varios.
Siempre voy a recordar con emoción el primer día de trabajo en la escuela, lo más importante que me dejó fue el ejemplo hermoso de mi Seño Delia, de que una docente, por más que pasen los años, no debe perder su amor por la profesión y el deseo de superarse, manteniendo siempre una visión positiva de lo que se quiere transmitir. Si la docencia profesional se caracteriza por la toma de decisiones, este fue el momento de ser profesional, es decir de tomar decisiones…
La mirada tierna y los consejos de mi Seño Delia, me guió a buscar nuevos horizontes, a alentar el espíritu crítico, a fomentar los lazos sociales y a cumplir un rol fundamental como docente, ella formó parte de una de las mejores experiencias de mi vida, generó eso el comprender que la Escuela, los Docentes y los Alumnos constituyen una oportunidad de Cambio Social en tanto todos asumimos esa responsabilidad vital: enseñar, analizar y debatir la información, y crear espacios para que cada uno pueda pensar a su ritmo y elaborar y comprender conocimientos y valores. Esto requirió de un gran rol activo: el entender, que como docente no ser solo una facilitadora de contenidos, sino entender que la Educación es inclusión, y que se trabaja a partir de esa comprensión, estimulando la reflexión, alentando la mirada crítica y la postura de los estudiantes ante aquello que los desafía como ciudadanos, pero principalmente como seres humanos.
Para mí la escuela fue, es y siempre será el lugar de lo posible, porque cuando construimos conocimientos, integramos lo que aprendemos, experimentamos, eso que es posible se convierte en realidad. El saber tiene saber cuándo es con otro, acá se pone de manifiesto lo que se aprende.
Por todo esto el tiempo de la Escuela que siempre querré, es un tiempo fundamental, porque es el tiempo de la reflexión, un tiempo para pensar, comparar, discutir, un tiempo para aprender con otros Y POR SOBRE TODO UN TIEMPO PARA APROVECHARLO Y CONSTRUIR.
He querido compartir esta creación de mi pensamiento como docente que me ha llevado a lograr la mayoría de los objetivos planteados porque he comprobado que la respuesta es la inclusión que se consigue ejerciendo el derecho a participación que es involucramiento es haciendo de nuestros alumnos sujetos ciudadanos plenos que sujetándose a otros, van construyendo su propio futuro.
Estoy convencida que una sociedad será posible cuando reconozcamos el espacio legítimo de los alumnos en la escuela y cuando somos capaces de acompañar en toda iniciativa que les permita apropiarse de sus derechos y desarrollar sus responsabilidades porque es en ese momento, cuando se siente que estamos realizando una invitación a la confianza, un desafío a la esperanza. Es hacerle entender a ellos que participar juntos del camino de la educación o de un proyecto, donde se dan cuenta que son parte del problema y que deben ser parte de la solución.
Que participar es ser parte y no quedarse afuera o apartarse, es ser parte de la toma de decisiones, no sentirse excluidos porque todos en general tienen un marco de participación y que puede transformar esa exclusión en palabras y ser escuchado esto los hace confiar en otros, recibir lo necesario, hacerse cargo de una responsabilidad, crecer, creer en ellos mismos, pelearla hasta lograr los objetivos, brindarse hacia otros y sobre todo hacer valer lo aprendido.
Nunca olvidaré las diferentes miradas curiosas, picaras, tiernas, cansadas, tristes, alegres etc., que me llevaron a buscar herramientas, armas y secretos para la aventura de la enseñanza. Que dejaron huella de diferentes formas, desde la educación inicial hasta la universitaria, los docentes dejan una marca indeleble en la historia de cada uno de sus estudiantes. Hoy evoco a esos alumnos convertidos en docentes, doctores, empleados, contadores, gendarmes, etc. a los que se destacaron por su amor, por su sabiduría, por su compromiso, por apostar a la educación pública, por mostrar el lado B de la historia, por sembrar conciencia y por hacerme comprender que una simple mirada puede transformar una vida. Solo bastaba mirarlos para confirmar ese largo camino de un aprendizaje continuo y entender que lo que hagamos en su presente depende su futuro.
Eva Noemí Fernández
General Enrique Mosconi, Salta