01 Oct Vientos de Ira
Un huracanado viento llenó mi alma de convulsiones incontrolables. Busqué la tranquilidad más allá de mis fuerzas mientras en mi mente resonaban las palabras “no hay razón” “es una tontería. Más el viento continuaba girando como un gran tirabuzón y todo se llevaba en una nube de pensamientos y reclamos. El enojo duró más de lo que quería. ¿Por qué me tengo que enojar así? Es que a veces se acumulan las tensiones, pasan al olvido, eso creemos. Nada de lo que nos sucede desaparece, son energías quietas que al estallar por algún motivo, se encienden como un volcán y arrojan sus cenizas por toda la ladera arrastrando todo lo que encuentra en su camino, en este caso fueron mis lágrimas.
Lo que encendió la llama fue solo una gran tontería, una palabra fuera de lugar, un gesto o una mala contestación.
¿Que si olvidé? No creo, pues ahora me siento dolida. Dolida por dentro y por fuera.
Escucho a mis amigas y no sé si por ser conocedora del tema que tratamos, entiendo todo lo que se dice. Escucho los programas en televisión y no tengo problemas, salvo cuando al final de la frase bajan mucho la voz. Pero… en mi casa me consideran sorda, porque no le entiendo a mi nieto cuando me habla. Tal vez se ha disminuido mi capacidad y velocidad de procesamiento de la información. Meses y meses, escuchando el reclamo airado que se me hace por este motivo. Esa molestia que recibo, sin poder corregirla me hizo estallar. Tengo que ir a un otorrino a fin de corregir lo que sea necesario. Muchas veces me dije, ¿Qué puedo hacer? No soy una joven soy ya una anciana. Después de los 60 años, somos ancianos dicen los expertos. ¿Saben que no? La ancianidad no se mide por años.
Tengo proyectos, metas, deseos, me gustan los placeres y las fantasías, encontrarme con amigos, relacionarme con mi familia, escribir… solo que esta vez me miro a mi misma, y no tengo que dejar de hacer cosas por otros. He realizado infinidad de tareas y hasta ahora no me he detenido, algunas quedaron por el camino, otras están esperando el tren que aún veo a lo lejos. Un año más en mi almanaque significa un inicio, un mirar el camino como nuevo, limpio, retiradas las piedras, allanado de obstáculos Mi marcha es hacia adelante, despaciosa, el pasado viaja en otro vagón, muy atrás.
Iré en este vagón que va rumbo a la montaña, a lo más alto de ella, donde se me permita ver el pasado a mis pies, con carteles que recen una sola palabra: REALIZADO.
Norma Iris Gustin
gustinnorma@hotmail.com
Rosario, Santa Fé
ADIOS
8.5.21
Cayó en mis oídos
Como un manto negro
Dejando en la oscuridad
Todo pensamiento.
No esperaba una reacción
Tan intempestiva
Sin una razón
Explicativa.
Toda esa atención,
Esa manera afectiva,
Quedó olvidada
Por el enojo y la ira.
Fue muy duro,
Fue una puñalada,
Dada al alma.
Qué pena,
Herida que no sangra.
Duele, sí,
Claro que duele,
Una oscuridad.
Una enseñanza,
No entregar el alma
Sin estar ella
Alguna vez
Desconfiada.
Con los ojos velados
Vi partir al tren
Luego de emitir
La última pitada,
Sin una parada cercana
Alejada
Y sin futura
Llegada.
Adiós respondí
Y fue una despedida