Notas

  Imaginación de mis cuatro años. Y sí, se murió Virobio, el perro que yo más quería. Además, era el único que tenía. Jugábamos todo el tiempo los cuatro. Claro, éramos cuatro porque no estaba yo solo, sino que también jugaba mi amigo Piquín y otro gran amigo que se llamaba Pocal. Piquín...

  Hoy la he abierto, es todo paz, parece todo muerto; el cielo se ha tragado el Uritorco; ahora, me presta un paisaje de pampa. ya no veo las sierras. Aquí, sobre la casa grande hay un atisbo de azul, como un atenuante del invierno ¿Cómo es que en tan pocos meses ¿se nos ha mudado el campo?   Temo que este...

  Recuerdo que mi barrio, tenía particularidades que lo hacían distinto, distinto por tener al río Suquía como límite de juegos y aventuras ferroviarias. Recuerdo la búsqueda de tornillos y tuercas en el pedregullo blanco, separador de durmientes de quebracho negro en las vías férreas. recuerdo hacerlos explotar en navidad . Me recuerdo...

  Cada día que Don Sarmiento llegaba a nuestra casa materna, inundándonos con su Riojanidad, su cansino andar, su melódica tonada, la humildad y su cara surcada de caminos de historias. Hablaba de los caudillos con amplios conocimientos, ¡nos atravesó su identidad! Con mi hermano Héctor, lo esperábamos con ansiedad. Un día...

  Los altos murallones de la fortaleza de Pedro y Pablo, la belleza del Palacio de la Duma, el zar y las revoluciones obreras, la majestuosidad de ortodoxas iglesias y pobreza guerreril, de espanto y miseria y el frío, la nieve y la persecución religiosa y el exilio, todo éso trajo...

  En la negra noche el tong…tong…tong, de las campanas religiosas, anuncian que son las doce, los pájaros en los árboles de la plaza, descansan del libre vuelo. Detrás del cristal de la casi clandestina ventana del bar, un negro, mozo, hace señas de memoria esclava, otros, cierran con doble cerrojo,...

  Muchos árboles han transitado la piel del viejo linyera, quizás LAS CENTENARIAS PALMERAS DE SU PLAZA INFANTIL sean las que atraviesan su anciano corazón. Ellas se elevan como mangrullo vigía de dulces dátiles, oteando con sus ramas abrazadoras, desde aquel primer  brazalete de vida y cobijan en su áspera piel...