Mi Primer Beso

Mi Primer Beso

 

   Me preguntaba cómo sería, qué me haría sentir, qué debería hacer…

   Consultaba a mis mayores amigas o a mis amigas mayores.

   Como dicen las viejas, las amigas que son más grandes que una, ayudan a madurar antes. ¿Para qué?- me preguntaba ¿Es importante madurar antes? ¿Para quién?

   Mis amigas mayores no me rebelaron nada: -Tenés que descubrirlo por vos misma- repetían. Hoy creo que ni siquiera se lo habían planteado. Nadie entonces pudo ayudarme.

   La tele seguía siendo mi única esperanza. En pleno auge de novelas: ESTRELLITA, esa pobre campesina; o ELLA, la gata, vendrían en mi ayuda. 

  Eran días en que la primera actriz corría en cámara lenta a encontrarse con el primer actor para darse un casto beso en los labios (luego descubrí que se evitaban de ese modo contactos bucales que no siempre resultaban estéticos). Si a este roce le sumábamos un abrazo leve y un levantón de piernita, se lograba:

                       LA ESCENA DEL BESO.

 

    Juan Ángel fue el primer actor de mi vida de gran estrella. Cursábamos el primer año del colegio secundario y para mi primer beso, en relación con los días que corren, yo ya era veterana. No pude superar el título. Hoy tengo 28 y no dejan de repetirlo.  En fin.

   Juan Ángel después de mucho mirarme, mucho mandarme a decir y de kermesse en kermesse: me pidió arreglo.

  Como era de suponer lo hice esperar una semana para  la respuesta, no  vaya  a ser cosa que pensara que  era   fácil (y descubriera  el  sí  de  mi corazón en el momento del pedido).

   Demás está decir que en la única plaza del pueblo y detrás de un prócer ceñudo, harto quizás de tanta paloma, me tomó la mano, intentó abrazarme, y abrazó al prócer.

No hay nadie más torpe que alguien en su primera vez. Muchas son las ganas, pero es tanto el temor, que todo sale desproporcionado.

 

Por supuesto yo, que conocía sólo la teoría de los besos de lengua, quedé esperando. Hice todo lo que había visto en la novela de las 20 horas: lo abracé ¿o era el prócer?, lo besé ¿nos besamos realmente?

No podía dejar de temblar, sólo conocía las teorías reitero, pero esto de las sensaciones, y de este calorcito tan particular para agosto, nadie me había hablado.Fue delicioso.

              Y a pesar de  que  muchas  de  mis  incógnitas continuaban,  fue mi experiencia. ¿Qué importaban las descripciones de mis amigas mayores, o las de Corín Tellado, o best-sellers americanos? Fue el beso. Mi primer beso.

    Hubo otros, es cierto, pero como aquél, ¡No habrá ninguno igual, no habrá ninguno!

Graciela Medina

Roldán, Santa Fé