Festejar la Vida

Festejar la Vida

 

Este es el relato de mis experiencias de vida, que quiero compartirles. Hoy me parece un cuento o algo vivido por otra persona, pero caigo en la cuenta que esa fui yo, esa soy yo, que ante cada adversidad, me reinventé y retomé la senda, con calma, sin prisa, tampoco sin saber bien de qué manera, con la vida misma de escuela y vivirla como premisa. 

Nací en un hogar muy humilde, segunda de cuatro hermanos. La pobreza nos unía con mis hermanos, frente a un escenario de violencia familiar que termina con mi padre, cargándonos en un camión con las pocas pertenencias que teníamos, desplazándonos de nuestro hogar, por no tener sustento para nosotros………o eso es lo que nos puso como excusa. 

Ese comienzo, tan pobre y tan triste, creo que fue una primera lección, que sin querer aprendí y me llevó a ser fuerte y darme cuenta cuánto de mí, dependía mi vida. 

La pobreza, las enfermedades, ver el sacrificio de mi madre que cargaba con tres niños, el mayor había fallecido de leucemia, fue otra gran lección: luchar, luchar, luchar, sin ver el final, apretando los dientes, sin saber a dónde ir, pero con el convencimiento que sólo debía seguir. 

Pero también aprendí cuán feliz se puede ser, teniendo el amor de los que sí se quedaron. Ese amor, genuino, sano, inmenso, fue otra premisa en mi vida.

Llegó a la vida de nuestra familia, quien sería el padre de mis dos hermanos menores. 

Ese hombre nos rescató de la pobreza más profunda y la vida parecía encaminarse de otra forma, sin embargo, nunca permitió que lo llamáramos papá. Otra vez, la unión con mis hermanos, fue la clave.  

Años después, conocí a quien sería mi esposo. 

Enamorada e ilusionada, comencé otra etapa de mi vida.

Durante diez años, no pude tener hijos. Pero cuando llegaron, luego de mucho intentar, la felicidad fue absoluta. 

Duró poco.

Todo el desamor, la desvalorización y el desprecio, reaparecieron: El padre de mis hijos ya no era aquel del que me había enamorado. Otra vez, luchar, luchar y luchar, sin entender POR qué.

Hasta que supe que es PARA que: ser resiliente, transformar las experiencias negativas sin rencores, preservando la salud de mis hijos y con amor, sólo con amor, seguir. 

La vida me premió, tuve luego un gran compañero, que llegó casi a mis sesenta años, pero fue todo lo que yo deseaba y más. 

Hoy con todo lo aprendido, cada día me levanto con la premisa de aceptar lo que sea y reinventarme, habitando la vida, ese regalo único, inmenso, intransferible, con plenitud, llena de proyectos de todo tipo, con ganas de más, siempre. 

Como mensaje me gustaría dejar, que sin importar que nos ocurra, la VIDA merece ser vivida. Depende de cada uno, el lugar que elegimos para vivirla.    

 

Emma Debruno

silecolombo@hotmail.com

Resistencia, Chaco