01 Oct Algarabía
Percibo un sinfín de fragancias, con nostalgia del ayer.
Recorro las calles de mi querido barrio, las de mi niñez, por donde transitan sin cesar comparsas alegres, bulliciosas y pintorescas…
Observo teñidas caras, quizás puedan esconderse por instantes bajo sus máscaras y disfraces.
Es un paisaje diferente, en este atardecer de febrero, con un cielo privilegiado donde los colores diseñan verdaderos y exquisitos mandalas.
Lluvia blanca de espuma perfumada, como la blanca Luna que desde lo alto parpadea sutil, coqueta, despacio…
Todos olvidan penas y preocupaciones. Bailan felices familias completas, al compás de cada iluminada carroza que avanza airosa.
Al culminar la mágica noche, vuelve la calma de a poco… Todos con sus ojitos cansados y más pequeños van al encuentro del señor sueño…
Aún siguen sonriendo, siguen sonriendo pues llevan con ellos los más cálidos recuerdos.
Con olorcito a la albahaca recién cortada se mezclan los sonidos con la harina desparramada por todos lados, algunos la llevan puesta en cara, cabellos y prendas.
Siguen sonriendo bajo el infinito firmamento quien avisa: “Está amaneciendo…”
Siguen sonriendo mientras en sus corazones vibre cada sueño, cada ilusión… Se alejan murmurando: “¡Gracias carnaval por tanta alegría! ¡Gracias carnaval, hasta el año que viene!”
Mabel Edith Frattari
mef2662@gmail.com
Córdoba Capital